DIRCOM Marcelo Cantón para El Cronista. La mitad de los argentinos cree que dentro de un año el país estará peor que ahora. Atrás de ese dato duro, doloroso, hay una acumulación de mensajes de pesimismo, de falta de una idea esperanzadora que funcione como una brújula. La pandemia y su impacto en la economía pesan en el diagnóstico. Pero cómo se habla de todo lo que nos pasa es lo que genera esa incertidumbre.
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La mitad de los argentinos cree que dentro de un año el país estará peor que ahora. Atrás de ese dato duro, doloroso, hay una acumulación de mensajes de pesimismo, de falta de una idea esperanzadora que funcione como una brújula. La pandemia y su impacto en la economía pesan en el diagnóstico. Pero cómo se habla de todo lo que nos pasa es lo que genera esa incertidumbre.
"La peor pandemia no fue la del Covid ni la de la economía, sino la del pesimismo, la que afectó el humor social", dice Pablo Knopoff, director de Isonomía.
En números, según una encuesta de esa consultora de opinión pública, el 50% de los argentinos piensa que el país estará peor dentro de un año que hoy. Hay que remontarse a setiembre de 2018 para encontrar un pesimismo tan alto. Coincide una encuesta de Management & Fit, que dice que el 57,7% de los consultados cree que la situación económica del país será en los próximos meses "peor" o "mucho peor".
Los argentinos somos un pueblo acostumbrado a sortear crisis. A atravesar escenarios "de guerra". Pero siempre con una brújula que indique el norte, hacia dónde ir. Ese es el mensaje que hoy falta, lo que transforma la crisis en desesperanza.
El 2020 fue el año donde el temor al futuro moldeó cada día, donde la cuarentena fue la regla. Pero atrás de eso había un mensaje: la vacuna es "la luz al final del túnel", cuando llegue la vacuna todo volverá a la normalidad. Una brújula. Hoy eso se rompió. En esa ruptura pesaron escenarios comunicacionales: dosis que no llegaron al ritmo anunciado, denuncias mediáticas de vacunatorios VIP, la enfermedad del propio Presidente, pese a estar vacunado. Tapas de diarios, horas de TV y radio, millones de bits en las redes sociales con mensajes que oscurecían esa "luz al final del túnel".
Entre tantos factores, se puede señalar otro hecho, mezcla de política y comunicación, que también afectó la esperanza de los argentinos. En la primera etapa de la pandemia, el trabajo conjunto de Nación, Provincia y Ciudad, de oficialismo y oposición, mostró una imagen de Estado protector, contenedor. También ese mensaje se diluyó, la grieta se adueñó del escenario comunicacional aún en la salud, y ganó el pesimismo. Otra vez el discurso agravó la propia realidad, ya difícil de por sí.
Según los datos de M&F, 3 de cada 4 argentinos está dispuesto a darse la vacuna contra el Covid. Esa es la esperanza ante la incertidumbre. Pero casi 60% de los encuestados no confía en que el Gobierno nacional pueda llevar adelante una campaña de inmunización "justa y equitativa". La luz se oscurece, la brújula pierde el norte.
Lo podemos ver en otros indicadores del humor social. La confianza del consumidor, medida por la Universidad Di Tella, por ejemplo. Tuvo una caída inicial con la pandemia, se recuperó a mediados del 2020, y ahora volvió a caer. Se mueve en los mismos niveles de 2001, para tener una medida de cuál es la escala.
La enfermedad es grave, el Covid es un cisne negro que cruzó al planeta cuando la humanidad ya parecía encaminada a superar el hambre, la guerra y la propia muerte, como había pronosticado Yurav Harari, por citar al más optimista de los futurólogos que marcó el comienzo de este siglo. Aquí y ahora, el mensaje de la falta de un norte, de una "luz al final del túnel", llega a ser peor que la propia pandemia.
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