DIRCOM María Amelia Videla para El Cronista. Es fundamental desarrollar competencias que posibiliten la inclusión socio-laboral de las personas jóvenes ante contextos cambiantes.
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El 15 de Julio se conmemora el "Día Mundial de las Habilidades de la Juventud". El creciente desempleo juvenil es uno de los problemas más graves con el que nos enfrentamos. A nivel global, uno de cada cinco jóvenes no tiene ni empleo, ni educación o formación, siendo tres de cada cuatro mujeres. Afrontan un escenario altamente complejo dado el momento histórico signado por permanentes cambios y desequilibrios en ámbitos esenciales de la vida, la economía y el ambiente.
Como trasfondo, a medida que las organizaciones se transforman y digitalizan a velocidad y escala, las necesidades de habilidades también están cambiando. Para 2025, las tareas relacionadas con el trabajo se dividirán por igual entre las personas y las máquinas, a la vez que 97 millones de nuevos empleos surgirán en la inteligencia artificial, la economía verde y la economía del cuidado.
En Argentina, mientras que el 39% de las organizaciones da cuenta que es difícil capacitar en competencias técnicas, el 50% refiere que lo es aún más en habilidades blandas, como el pensamiento analítico y la comunicación. Y si bien las primeras son importantes, son las humanas las que generan empleabilidad a largo plazo. Hoy resulta vital, desarrollar resiliencia, preparar a los jóvenes para reaccionar a contextos de incertidumbre con una mentalidad de crecimiento y con curiosidad por el aprendizaje; a la vez que los alentamos a trabajar de forma autónoma y a ser responsables de su propia formación.
Las habilidades de comunicación, junto a la capacidad para la resolución de problemas, están en el podio a la hora de hablar de las competencias que necesita la fuerza laboral del futuro. Muchos empleadores enumeran las aptitudes para escribir y hablar entre los principales rasgos que buscan en las nuevas incorporaciones. Los jóvenes también necesitan tener flexibilidad cognitiva y poder cambiar su forma de pensar. No solo saber cómo acceder a la información, sino también poder evaluarla y analizarla. La fuerza laboral del futuro, además, necesita poder comprender a los demás a través de la inteligencia emocional para poder establecer conexiones.
UNICEF propone un marco de habilidades "para el éxito en la escuela, en la vida y en el trabajo".
Las clasifica en tres dimensiones: a) Cognitivas: capacidad de concentración, resolución de problemas, toma de decisiones y establecimiento de planes y objetivos b) Sociales: relaciones interpersonales, comunicarse, colaborar, negociar y resolver conflictos c) Emocionales: sobrellevar el estrés, regular y comprender las emociones y empatizar con los demás. En suma: "aprender para saber, aprender para hacer, aprender para ser y aprender para vivir juntos".
La educación debería enfocarse en impartir una combinación de habilidades creativas, emprendedoras y técnicas que permitan a los trabajadores cambiar a nuevas ocupaciones a medida que surgen. Es fundamental desarrollar competencias que posibiliten la inclusión socio-laboral de las personas jóvenes ante contextos cambiantes, centrar la atención en el desarrollo de las que tengan un bajo riesgo de automatización y que, al mismo tiempo, les permitan ejercer una ciudadanía activa.
La tarea requiere fortalecer alianzas público-privadas entre el sector educativo y los sectores productivos para proyectar a largo plazo la evolución de la demanda laboral y, por consiguiente, las respuestas de los sistemas educativos. La articulación es entonces imperativa. No sólo para efectuar mejores diagnósticos, sino también para proyectar y adaptarnos con suficiente antelación, propiciando un futuro con más y mejores oportunidades para la juventud.
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